10.1.14

ERASE UNA VEZ...


Y después de mi negatividad al "vivir felices para siempre"  es decir, al sagrado matrimonio y poco romanticismo al respecto, esta ves vengo con ideas distintas, es claro que esa negatividad y burlas al respecto no era mas que un caparazón por la cobardia a errar en promesas y amores jeje, 

Esta ves me siento en paz y mas confiada a lo que sea y a lo que venga, los últimos meses mi mente ha jugado conmigo y lo últimos años mi corazón se ha burlado en mi cara de mis decisiones y aspiraciones, considero que Dios debe tenerme en una estima muy especial como para haberme dado el privilegio de siempre ser amada o bien querida o bien tratada, jiji, pues bien...

¿Como iba? 

Cierto..."Te acepto a ti Miguel Ángel, como mi esposo y prometo serte fiel en lo prospero y en lo adverso, en la salud y claro, en la enfermedad, amarte y respetarte todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe, siempre tuya, siempre mio, siempre nuestro"

Y así empezó, creo que cambiare el "Vivieron felices para siempre" por el 

"Erase una vez,
YES Y MIKE..."


Sera un ¿por siempre? si!!, pero por supuesto!!!

¿Que se siente?, pues nada, es como si todos los días fueran fines de semana jeje, supongo que tendrá que pasar el tiempo y así poder quejarme y quizás algún día renovar votos!!! y celebrar bodas de plata y que nuestros nietos nos organicen las bodas de oro y sonreír de la mano de mi viejito que habra engordado por mis galletas de chocolate.

P.D. Es injusto que el vestido de novia se use solo una ves, muero por volver a usarlo, lo ame y ame mi ramo! 
estoy segura de que volveré a usarlo ^_^

7.3.13

Volver sobre tus pasos…

Es extraño ver rostros que ya no recordaba, es reconfortante darte cuenta de que no has dejado malas huellas en tu camino y cuando la gente te dice, que milagro! Otra ves por aquí!? Ya vas a estar aquí!? Y ver una sonrisa en su rostro, darte cuenta que su gusto visiblemente es honesto…
eso es muy grato...

La incomodidad quizás, esta en mi mente, se bien que el haber vuelto es porque cometí un error, aunque el error solo radica en mi imprudencia al haber hablado de mas y sin cautela, jajaja, he de confesar que me siento orgullosa de lo que dije, 
¡mi soberbia! 
¡cómo esconderla! ¡si es tan enorme y monstruosa! 
“Eso no me enorgullece “, jeje, ok. 
mi error fue hablar de mas, pero al hacerlo, 

mi dignidad salió a flote, 

tanto que permití, tanto que toleré, no merecía ese trato, aunque si, debí manejar mejor mis emociones, 
actuar con cautela... 

y entonces, la situación habría cambiado sin que quedara esa “mala nota” la verdad es que estoy confundida, no se bien que pensar, 
si lo que hice estuvo bien o no, 

haberme ido con dignidad o sin ella… 

Al salir por esa puerta, mi dignidad iba a mi lado 


y ahora estoy confundida aunque orgullosa de mi… 





Wow! Mientras me refugiaba escribiendo mis pensamientos confusos, encontré esta imagen, 

en definitiva me ayudó a aclarar mi mente!

Quizás estuvo bien, pero no fue lo correcto,
y yo, siempre !llevándome por las emociones!
aunque algunas han sido en verdad deliciosas!!
la de hoy, solo ha sido reconfortante...
y nostálgica...



9.11.11

Con dedicatoria especial....."Abde"...


Cada ves que escucho esta rolita me acuerdo de ti...

Eres de las grandes maravillas que Dios puso en mi camino y lo agradezco...

Gracias por tu amistad y tu honestidad, por ser tu,

mi amigo...

13.6.11

Esperando que el brillo pase...



Bajo las circunstancias adecuadas
Y la luna correcta, 
ser patético hasta tierno puede parecer
Pero que frustrante es sentirse patética…
Esa necedad por insistir, por pelear, por buscar...
Cuando ya sabes que no esta ahí y nunca estará…
Claro, peleamos hasta el final… cobardes no somos…

Siempre lo has sabido…

Pero si ya sabes y ahora por voz propia que todo esta perdido
Que siempre lo ha estado,
Que las ganas se han jodido desde antes de que llegaras
Maldita suerte, malditas ganas,
Maldito amor que no hizo nada mas que darme bendiciones
Y esperanzas, quisiera saber cuando debo renunciar a la esperanza
Quizás debí hacerlo hace mucho tiempo...
Como saberlo!!

1.3.11

Siempre te amare






No tenia idea de cuanta magia encontraría en tu mirada, no tenia idea de cuanta paz sentiría al respirarte, ni siquiera de cuanto iba a amarte…

Es curioso cuando sabes que caes a un precipicio y decides continuar...

26.11.10

Anoche….


En las penumbras, una multitud me perseguía, desesperada intentando escapar entre las sombras que sus antorchas estúpidas descubrían, brinque sobre las azoteas de las casas, corría muerta de miedo, buscando un refugio….. 
Ahora recuerdo bien cuando éramos tan solo unos niños y queríamos alejarnos de los problemas, nos subíamos a la azotea de tu casa que colindaba con la de mi hermana, era ahí donde nos alejábamos de tantas broncas y solo eramos tu y yo………
recorrí muchas casas, pase también por las azoteas de la colonia que me vio crecer, después de un rato al fin me aleje de la multitud inquisidora, 
Entonces llegue a ti, a tu casa, estaba en tu azotea, aquella en la que juntos nos refugiábamos, yo sabia que ya estabas con tu nuevo amor y quizás dormido, pero me acerque y te busque por tu ventana, estabas sentado en tu sofá viendo la televisión era ya de madrugada, me embelese viendo tus labios y sentiste mi mirada, saliste, buscando quien rondaba tu ventana, pero me las arregle para esconderme, después de tanto….no quería que me vieras, había un anciano en tu casa, no se quien es, el si me vio y sonrió y me descubriste, para mi sorpresa no te enojaste y me abrazaste fuertemente, es como si el tiempo y el dolor jamás se hubieran cruzado entre nosotros, me sentí tan bien, protegida y amada, conversamos, tus ojos me hacían sentir la paz que necesito, tus labios me manipulaban y perdían en un viaje del que hubiera querido no regresar, eras tu y era yo como antaño con nuestro amor y la paz que nunca debí dejar…..
Hoy es tarde, se que eso jamás sucederá y quizás jamás volveré a ver tu rostro, pero anoche estuve contigo y ese sueño es solo mío, mi refugio, es la añoranza de lo que un día tuve o es que aun te amo? no importa, hoy me siento algo nostálgica, pero feliz por lo que anoche me has hecho sentir……
feliz porque fuiste mio una ves mas.....

fui feliz....

4.6.10

Conspiraciones...



El universo y sus juegos,
capaz de darme tanto dolor que no haya mas que simplezas a mi alrededor, aquellos momentos en que la fuerza no es mas que una aglomeración de falsas esperanzas y solo existan esas ganas de no ser, de no saber y desfallecer…
pfff, benditos momentos, el juego de mostrarnos la vida, la oportunidad de vivir de sabernos con dolor, amor, odio,
y despues...
un par de segundos sublimes de “felicidad”,
con la condición de aguantar, de mantenerse en pie, de cuando no pueda mas y tan solo me deje caer, dar mi ultimo aliento para ponerme de pie y oler, sentir, respirar, escuchar,
sentir...
saber que valió la pena
 y todo tiene un sentido de ser...
tan solo de vivir…



Carajo! aveces en verdad duele…pero que rico, cierto?....

18.3.10

Privilegios...


510 años habían pasado desde aquella noche de 16 de agosto en el que un escalofrío congeló su cuerpo, pasmada ante tan hermosa dama de cabello largo y oscuro, pálida con grandes y seductores ojos que podían confundirse con el reflejo de la luna en octubre, Araziel, nombrada igual que su padre, se sintió confusamente atraída por esa mirada que la penetró y sedujo hasta sentir como cada gramo de su sangre la abandonaba, un dolor excitante recorrió todo su cuerpo, mientras se sumergía en la dulce oscuridad infinita, hasta perder la conciencia; la noche siguiente despertó con mas fuerza que nunca, ahora su percibir era diferente, el aroma, los sonidos, sus deseos,… sus deseos, no podía pensar en nada mas que en sangre, jamás había ansiado nada tanto como esa noche un poco de sangre, se despojó de la suavidad de la seda que acariciaba su cuerpo desnudo, al pie de la cama se hallaba un vestido que iba con su inocencia la cual duraría tan solo unos minutos mas, blanco, con cintillas en la espalda que amoldaban la cintura y resaltaban sus senos mas resplandecientes que nunca, sus facciones se habían afinado, los ojos aun tenían un brillo inocente, pero ahora, dominados por un toque cautivador; nunca había amado antes; tuvo que madurar muy pronto, su madre descuidada y egoísta, su padre ambicioso y una familia lo suficientemente distraída como para permitir que su integridad fuera violada tantas veces, sin embargo, Araziel tenía mucha fuerza en su interior, maduró desde muy pequeña y a destiempo, hoy veía en aquel elegante espejo la belleza esplendorosa que jamás se había observado, la puerta se abrió, era la mujer de la noche anterior, se acerco a ella mirándola con tal ternura que podía confundirse en pasión, la tomo de la cintura, roso con la mano sus senos hasta llegar a sus labios se acercó susurrando en su oído, “bienvenida a la vida”, beso su boca suavemente y se mordió un labio lo suficientemente fuerte como para que una gota de sangre resbalara por su barbilla, la beso con mas fuerza, Araziel temblando la tomó con un deseo desenfrenado, sentía como la fuerza de la sangre poseía su pálido cuerpo centímetro a centímetro, hasta ser despojada de su único aliento, la mujer la separo ya muy débil y le dijo,
-Soy Devora y te he obsequiado la vida… “en el principio fue la oscuridad… el árbol de la oscuridad surgido de la semilla de lo que no tiene forma, sembrado para gozo de las criaturas que negaban su oscuridad, sus frutos producían sabiduría, la ruptura fue escrita en el lado oscuro del tiempo para conmemorar la gran frustración y romper el tiempo y la muerte, la parte de la ruptura formo parte del espejo de la eternidad al igual que la pagina del olvido, de la no conciencia, de la no muerte, del principio de los tiempos, del fin de los tiempos, la humanidad” (evangelio de los vampiros), te he obsequiado lo mas grande linda, herederos de las tinieblas, vampiros….


Ese fue su nacimiento, su “vida real”, con el paso del tiempo se convirtió en una hermosa y culta mujer, al pie de las impresionantes cascadas en la selva lacandona recordaría su despreciable humanidad igual que un cotidiano y simple sueño, había encontrado a su mejor amiga, el amor de su vida y su muerte….

4.2.10

Mentiras piadosas


Odio saber que el final será trágico y no lejano,
que jamas existirá un inicio,

hoy vives en mi mente, tatuando cada uno de tus lunares en mis recuerdos,
navegas en mi cuerpo,
sin un poco de compasión, tan volátil y pasajero,
tus fantasmas invaden mis alegrías,
cada una de tus moléculas se desvanecen entre mis manos,
a segundos de tu partida,
se que seré yo quien se irá,
en aquel instante en el que tu respirar se convierta en mi veneno,
mi vida dependa de tu aliento y al exhalarlo muera por dentro….
te amaré mas que hoy,
 te amaré mas que siempre… desearía no saberlo…

25.1.10

Estupidos fantasmas...


Fantasmas!!...
 desalmados, prostituidos!,
aparecen y reaparecen,
ellos que duelen y atemorizan
que destrozan y perturban,
jugando y revoloteando con la firme intención de joder mi alma en lo mas profundo.

Podrían destruir el amor mas puro?

Por el que respiro,
Por el que daria la vida sin dudarlo,
el que es capaz de aumentar mis latidos a mil por hora
y de destruirme en un segundo,
mi amor el mas grande, el mas noble,
lleno de pasion
agonizando por un poco de su amor...

Mi amor, tan noble y cobarde
 que no es capaz de soportar una de sus venidas,
uno de sus juegos…

Estúpidos fantasmas…

que torturan el amor mas sincero que llegue a sentir,
mi esperanza…ilusiones y deseos,
mi tierno, dulce y sensible amor.

Mi estúpido amor...

Que no es capaz de soportar un poco de dolor,
buscando refugios baratos
anestesias locales, gratas en su momento,
 pero solo eso...un refugio mas.


Tan solo quisiera mandarlos al demonio…

Que te quedaras con mi amor, con tu amor…

8.1.10

El lado oscuro del corazon....



Dentro de lo excelente del año pasado...el lado oscuro del corazon, un clasico, excelente pelicula de la decada pasada, me ha llevado a lo mas recondito de mis juegos, mis pensares, de mi...este poema no es dicho en la peli, pero evocado en imagenes, maravilloso...

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.

En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.

Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.

¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!

Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.

¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo me pregunto-- todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?

El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un de una falta de tacto...

Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de con temporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, coda una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquella desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, esta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abuse de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junta con las gallinas.

Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. E1 hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto mas insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y es per a r que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.

Espantapájaros 8 (oliverio girondo)

5.11.09

Interesante compañía, es aquella Doña Soledad….



Soledad… puede generarnos depresión, angustia y demás desafortunadas sensaciones…aunque no necesariamente; casi siempre actuamos como sombis, rodeados de gente, en la oficina, la calle, sombis que producen ese vacio tan numeroso y sofocante, esa si es una cruda y amarga soledad…

Pero cuando la elegimos,
cuando la buscamos…
puede ser un exquisito pretexto de reflexión,
angustiante honestidad consigo mismo,
mi equilibrio espiritual…
Ese espacio, donde me descubro
y comunico en lo mas profundo de mi ser,
con cada molécula,
libre de hacer y pensar lo que me plazca,
la suplica interior de hablar con mis miedos, mis sueños
y necesidades,
de sentirlos…
aunque claro,
podemos encontrar todo aquello que evadimos en
“nuestra realidad”…
Ignorarlo es mas sencillo,
saturarnos…
aquelarres, trabajo,
depender siempre
de una voz exterior a nuestro lado
o de lo que encontremos a nuestro paso, pero,
considero que al hacerlo, al ignorarnos
lograremos saturarnos de ese vacio
de perder nuestra solitaria compañía llena de deleites
y misterios de ti mismo….

Una de las mejores rolas de Bersuit:

Esperaría que no te asuste
este instante de sinceridad;
mi corazón vomita su verdad.
Es que hay una guerra entre dos
por ocupar el mismo lugar;
la urgencia o la soledad.
La soledad fue tan sombría
que no te dejó encontrar
tu naturaleza divina.
La urgencia ganó esta vez,
dispuesta a penetrarte,
prepotente y altiva.
Pero te pone loco en las noches,
rogando entrar
en los confines más oscuros.
Después te arrodillas
ante el amor maternal,suplicando ternura.
Por las noches la soledad desespera…

La soledad…

28.10.09

Táctica y estrategia...


Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica
es quedarme
en tu recuerdo,
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica
es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio,
más profunda
y más simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo
ni sé con qué pretexto
por fin me necesites
Mario Bennedeti
SOY CAPAZ DE PERDONAR MUCHAS COSAS,
PERO HAY UNA EN LA QUE SOY IRREDUCTIBLE...
NO LE PERDONO A UN HOMBRE
BAJO NINGÚN PRETEXTO
QUE NO SEPA VOLAR.

26.10.09

Suculenta desnudez…



Tantas mascaras...
útiles y cómodas en ocasiones,
pero cegadoras e inútiles en muchas otras,
andamos por ahí, poniendo sonrisas
y alagando por compromisos
o por encajar en un circulo…
y si tan solo nos envolvemos en nuestra desnudez,
ella que es bella por su simpleza de ser,
sin pudores ni falsedades,
que fácil y delicioso es,
pero que difícil deshacerse de tantos miedos…

Y el pudor?
Estorbo constante que aprisiona tantos deleites,
mi desnudez,
dulce rutina,
en casa la ropa esta prohibida…

Límites impuestos por uno mismo,
quizás a destiempo e innecesarios,

empañando sublime imagen,
en breves momentos eres capaz de hacerlos a un lado
o en ocasiones hasta te olvidas de ellos,

Que mas da?
En comunión con el universo,
tu desnudez total,
tu esencia intacta,
pureza del alma,
magnificencia física,
sabiduría infinita…

Que me dices de tu desnudez?

21.10.09

No es nada de tu cuerpo...

No es nada de tu cuerpo
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?
-triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Jaime Sabines

De la integridad de los cuerpos resucitados...



Desde el fondo del sueño oyó los tres nocturnos de los maitines del nuevo día en el santuario vecino. «Dios te salve María de Todos los Ángeles», dijo dormido. Su propia voz lo despertó de pronto, y vio a Sierva María con la bata de reclusa y la cabellera a fuego vivo sobre los hombros, que tiró el clavel viejo y puso un ramo de gardenias recién nacidas en el florero del mesón. Delaura, con Garcilaso, le dijo de voz ardiente:

«Por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero».

Sierva María sonrió sin mirarlo. Él cerró los ojos para estar seguro de que no era un engaño de las sombras. La visión se había desvanecido cuando los abrió, pero la biblioteca estaba saturada por el rastro de sus gardenias.
..................................................................................

Cayetano aprendió pronto que un poder grande no se pierde a medias. Las mismas personas que antes lo cortejaban por su privanza le sacaban el cuerpo como a un leproso. Sus amigos de las artes y las letras mundanas se hicieron de lado para no tropezar con el Santo Oficio. Pero a él le daba lo mismo. No tenía más corazón que para Sierva María, y aun así no le bastaba. Estaba convencido de que no habría océanos ni montañas, ni leyes de la tierra o el cielo, ni poder del infierno que pudieran apartarlos. Una noche, por una inspiración desmesurada, escapó del hospital para colarse de cualquier modo en el convento. Había cuatro puertas. La principal, que era la del torno; otra de igual tamaño del lado del mar, y dos pequeñas de servicio. Las dos primeras eran infranqueables. A Cayetano le fue fácil identificar desde la playa la ventana de Sierva María en el pabellón de la cárcel, por ser la única que ya no estaba condenada. Revisó el edificio palmo a palmo desde la calle buscando en vano una brecha mínima por donde escalarlo. Estaba apunto de rendirse cuando recordó el túnel por donde la población abastecía el convento durante el Cessatio a Divinis. Los túneles, de cuarteles o de conventos, eran muy de la época. Había no menos de seis conocidos en la ciudad, y otros se fueron descubriendo en el curso de los años con sus arandelas de folletín. Un leproso que había sido sepulturero le reveló a Cayetano cuál era el que buscaba; un albañal en desuso que comunicaba el convento con un solar vecino donde el siglo anterior estuvo el cementerio de las primeras clarisas. Salía justo debajo del pabellón de la cárcel, y frente a un muro alto y áspero que parecía inaccesible. Sin embargo, Cayetano consiguió escalarlo al cabo de muchos intentos frustrados, como creía conseguirlo todo por el poder de la oración. El pabellón era un remanso en la madrugada. Seguro de que la vigilante dormía fuera, sólo se cuidó de Martina Laborde, que roncaba con la puerta entreabierta. Hasta ese momento lo había tenido en vilo la tensión de la aventura, pero cuando se vio frente a la celda, con el candado abierto en la argolla, el corazón se le salió de quicio. Empujó la puerta con la punta de .los dedos, dejó de vivir mientras duró el chillido de los goznes, y vio a Sierva María dormida a la luz de la veladora del Santísimo. Ella abrió los ojos de pronto, pero se demoró para reconocerlo con el camisón de lienzo de los enfermeros de leprosos. El le mostró las uñas ensangrentadas. «Escalé la tapia», le dijo sin voz. Sierva María no se conmovió. «Para qué», dijo. «Para verte», dijo él. No supo qué más decir, aturdido por el temblor de las manos y las grietas de la voz. «Váyase», dijo Sierva María. Él negó con la cabeza varias veces por miedo de que le fallara la voz. «Váyase», repitió ella. «O me pongo a gritar». Él estaba entonces tan cerca que podía sentir su aliento virgen. «Así me maten no me voy», dijo. Y de pronto se sintió del otro lado del terror, y agregó con voz firme: «De modo que si vas a gritar puedes empezar ya». Ella se mordió los labios. Cayetano se sentó en la cama y le hizo el relato minucioso de su castigo, pero no le dijo las razones. Ella entendió más de lo que él era capaz de decir. Lo miró sin recelos y le preguntó por qué no tenía el parche en el ojo. «Ya no me hace falta», dijo él, alentado. «Ahora cierro los ojos y veo una cabellera como un río de oro». Se fue al cabo de dos horas, feliz, porque Sierva María aceptó que volviera, siempre que le llevara sus dulces favoritos de los portales. Llegó tan temprano la noche siguiente que aún había vida en el convento, y ella tenía el candil encendido para terminar el bordado de Martina. La tercera noche llevó mechas y aceite para alimentar la luz. La cuarta noche, sábado, estuvo varias horas ayudándola a espulgarse de los piojos que habían vuelto a proliferar en el encierro. Cuando la cabellera quedó limpia y peinada, él sintió una vez más el sudor glacial de la tentación. Se acostó junto a Sierva María con la respiración desacordada y se encontró con sus ojos diáfanos a un palmo de los suyos. Ambos se aturdieron. Él, rezando de miedo, le sostuvo la mirada. Ella se atrevió a hablar: «¿Cuántos años tiene?» «Cumplí treinta y seis en marzo», dijo él. Ella lo escudriñó. «Ya es un viejecito», le dijo con un punto de burla. Se fijó en los surcos de su frente, y agregó con toda la inclemencia de su edad: «Un viejecito arrugado». El lo tomó con buen ánimo. Sierva María le preguntó por qué tenía un mechón blanco. «Es un lunar», dijo él. «De afeite», dijo ella. «De natura», dijo él. «También mi madre lo tuvo». Hasta entonces no había dejado de mirarla a los ojos y ella no daba muestras de rendirse. Él suspiró hondo, y recitó: « Oh dulces prendas por mí mal halladas» . Ella no entendió. «Es un verso del abuelo de mi tatarabuela», le explicó él. «Escribió tres églogas, dos elegías, cinco canciones y cuarenta sonetos. Y la mayoría por una portuguesa sm mayores gracias que nunca fue suya, primero porque él era casado, y después porque ella se casó con otro y murió antes que él». «¿También era fraile?» «Soldado», dijo él. Algo se movió en el corazón de Sierva María, pues quiso oir el verso de nuevo. Él lo repitió, y esta vez siguió de largo, con voz intensa y bien articulada, hasta el último de los cuarenta sonetos del caballero de amor y de armas, don Garcilaso de la Vega, muerto en la flor de la edad por una pedrada de guerra. Cuando terminó, Cayetano tomó la mano de Sierva María y la puso sobre su corazón. Ella sintió dentro el fragor de su tormenta. «Siempre estoy así», dijo él, y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que cuanto comía y bebía tenía el sabor de ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serIo, y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella. Siguió hablándole sin mirarla, con la misma fluidez y el calor con que recitaba, hasta que tuvo la impresión de que Sierva María se había dormido. Pero estaba despierta, fijos en él sus ojos de cierva azorada. Apenas se atrevió a preguntar: «¿ Y ahora?» «Ahora nada», dijo él. «Me basta con que lo sepas». No pudo seguir. Llorando en silencio pasó su brazo por debajo de la cabeza de ella para que le sirviera de almohada, y ella se enroscó en su costado. Permanecieron así, sin dormir, sin hablar, hasta que empezaron a cantar los gallos, y él tuvo que apurarse para llegar a tiempo a la misa de cinco. Antes que se fuera, Sierva María le regaló el precioso collar de Oddúa: dieciocho pulgadas de cuentas de nacar y coral. El pánico había sido reemplazado por la zozobra del corazón. Delaura no tenía sosiego, hacía las cosas de cualquier modo, flotaba, hasta la hora feliz en que huía del hospital para ver a Sierva María. Llegaba jadeando a la celda ensopado por las lluvias perpetuas, y ella lo esperaba con tal ansiedad que la sola sonrisa de él le devolvía el aliento. Una noche fue ella quien tomó la iniciativa con los versos que aprendía de tanto oírlos. « Cuando me paro a contemplar mi estado ya ver los pasos por donde me has traído», recitó. y preguntó con picardía: «¿Cómo sigue?» « Yo acabaré, que me entregué sin arte a quien sabrá perderme y acabarme», dijo él. Ella lo repitió con la misma ternura, y continuaron así hasta el final del libro, saltando versos, pervirtiendo y tergiversando los sonetos por conveniencia, jugueteando con ellos a su antojo con un dominio de dueños. Se durmieron de cansancio. La guardiana entró con el desayuno a las cinco, en medio de la algazara de los gallos, y ambos despertaron asustados. Se les paró la vida. La vigilante puso el desayuno en la mesa, hizo una inspección de rutina con el farol, y salió sin ver a Cayetano en la cama. «Lucifer es un bicho», se burló él cuando recobró el aire. «También a mí me ha vuelto invisible». Sierva María tuvo que refinar su astucia para que la vigilante no volviera a entrar en la celda aquel día. Tarde en la noche, después de una jornada entera de retozos, se sentían amados desde siempre. Cayetano, entre broma y de veras, se atrevió a zafarle a Sierva María el cordón del corpiño. Ella se protegió el .pecho con las dos manos, y hubo un destello de furia en sus ojos y una ráfaga de rubor le encendió la frente. Cayetano le agarró las manos con el pulgar y el índice, como si estuvieran a fuego vivo, y se las apartó del pecho. Ella trató de resistir, y él le opuso una fuerza tierna pero resuelta. «Repite conmigo», le dijo: «En fin a vuestras manos he venido». Ella obedeció. «Do sé que he de morir», prosiguió él, mientras le abría el corpiño con sus dedos helados. Ella lo repitió casi sin voz, temblando de miedo: «Para que sólo en mí fuese probado cuánto corta una espada en un rendido». Entonces la besó en los labios por primera vez. El cuerpo de Sierva María se estremeció con un quejido, soltó una tenue brisa de mar y se abandonó a su suerte. Él se paseó por su piel con la yema de los dedos, sin tocarla apenas, y vivió por primera vez el prodigio de sentirse en otro cuerpo. Una voz interior le hizo ver qué lejos había estado del diablo en sus insomnios de latín y griego, en los éxtasis de la fe, en los yermos de la
pureza, mientras ella convivía con todas las potencias del amor libre en las barracas de los esclavos. Se dejó guiar por ella, tanteando en las tinieblas, pero se arrepintió en el último instante y se desbarrancó en un cataclismo moral. Permaneció bocarriba con los ojos cerrados. Sierva María se asustó de su silencio y su quietud de muerte, y lo tocó con un dedo. «¿Qué le pasa?», le preguntó.
«Déjame ahora», murmuró él. «Estoy rezando». En los días siguientes sólo tuvieron instantes de sosiego mientras estaban juntos. No se saciaron de hablar de los dolores del amor. Se agotaban a
besos, declamaban llorando a lágrima viva versos de enamorados, se cantaban al oído, se revolcaban en cenagales de deseo hasta el límite de sus fuerzas; exhaustos pero vírgenes. Pues él había decidido mantener su voto hasta recibir el sacramento, y ella lo compartió.
En las pausas de la pasión intercambiaron pruebas excesivas. Él le dijo que sería capaz de cualquier cosa por ella. Sierva María le pidió con una crueldad infantil que se comiera por ella una cucaracha. Él la atrapó antes de que ella pudiera impedirlo, y se la comió viva. En otros desafíos vesánicos él le preguntó si se cortaría la trenza por él, y ella dijo que sí, pero le advirtió en broma o en serio que en ese caso tendría que casarse con ella para cumplir la condición de la manda. Él llevó a la celda un cuchillo de cocina, y le dijo: «Veamos si es cierto». Ella se volvió de espaldas para que él pudiera cortar de raíz. Lo instó: «Atrévase». No se atrevió. Días después, ella le preguntó si se dejaría degollar como un chivo. Él dijo que sí con firmeza. Ella sacó el cuchillo y se dispuso a probarlo. Él saltó de terror con el escalofrío final. «Tú no», dijo. «Tú no». Ella, muerta de risa, quiso saber por qué, y él le dijo la verdad:«Porque tú sí te atreves». En los remansos de la pasión empezaron a disfrutar también de los tedios del amor cotidiano. Ella mantenía la celda limpia y en orden para cuando él llegaba con la naturalidad del marido que volvía a casa. Cayetano la enseñaba a leer y escribir y la iniciaba en el culto de la poesía y la devoción del Espíritu Santo, a la espera del día feliz en que fueran libres y casados.


Al amanecer del 27 de abril, Sierva María empezaba a dormirse después que Cayetano abandonó la celda, cuando entraron a buscarla sin anuncio para iniciar los exorcismos. Fue el ritual de un condenado a muerte. La llevaron a rastras al abrevadero, la lavaron a baldazos, la despojaron a tirones de sus collares y le pusieron el camisón brutal de los herejes. Una monja de jardinería le cortó la cabellera hasta la altura de la nuca con cuatro mordiscos de unas cizallas de podar, y la arrojó a la hoguera encendida en el patio. La monja peluquera acabó de tundirle los cabos del tamaño de media pulgada, como lo usaban las clarisas debajo del velo, y fue echándolos al fuego a medida que los cortaba. Sierva María vio la deflagración dorada y oyó la crepitación de la leña virgen y sintió el tufo acre de cuerno quemado sin que se le moviera un músculo de su rostro de piedra. Por último le pusieron una , camisa de fuerza, la taparon con un trapo fúnebre y dos esclavos la llevaron a la capilla en una parihuela de soldados. El obispo había convocado al Cabildo Eclesiástico, compuesto por prebendados esclarecidos, y estos habían escogido a cuatro de los suyos para que lo asistieran en el procedimiento de Sierva María. En un último acto de afirmación el obispo se sobrepuso a las miserias de su salud. Dispuso que la ceremonia no fuera en la catedral, como en otras ocasiones memorables, sino en la capilla del convento de Santa Clara, y asumió en persona la ejecución del exorcismo. Las clarisas encabezadas por la abadesa estuvieron en el coro desde antes de los maitines, y allí los cantaron con acompañamiento de órgano, conmovidas por la solemnidad del día que despuntaba. Enseguida entraron los prelados del Cabildo Eclesiástico, los prebostes de tres órdenes y los principales del Santo Oficio. Aparte de estos últimos, no había ni habría ningún civil. El obispo entró el último en atuendo de gran ceremonia, llevado en andas por cuatro esclavos y con un aura de aflicción inconsolable. Se sentó frente al altar mayor ,junto al catafalco de mármol de los funerales grandiosos, en una poltrona giratoria que le facilitaba el manejo del cuerpo. A las seis en punto, los dos esclavos llevaron a Sierva María en la parihuela, con la camisa de fuerza y todavía tapada con el paño morado. El calor se hizo insoportable durante la misa cantada. Los bajos del órgano retumbaban en el artesonado, y apenas si dejaban grietas para las voces insípidas de las clarisas invisibles detrás de las celosías del coro. Los dos esclavos medio desnudos que habían llevado la parihuela de Sierva María permanecieron en guardia junto a ella. La descubrieron al final de la misa y la dejaron tendida como una princesa muerta sobre el catafalco de mármol. Los esclavos del obispo lo pusieron junto a ella en la poltrona, y los dejaron solos en un amplio espacio frente al altar mayor. Lo que siguió fue una tensión invivible y un silencio absoluto que parecían el preludio de algún prodigio celestial. Un acólito puso al alcance del obispo el acetre del agua bendita. Él agarró el hisopo como un mazo de guerra, se inclinó sobre Sierva María, y la asperjó a lo largo del cuerpo murmurando una oración. De pronto profirió el conjuro que estremeció los fundamentos de la capilla. «Quienquiera que seas», gritó. «Por orden de Cristo, Dios y Señor de todo lo visible y lo invisible, de todo lo que es, lo que fue y lo que ha de ser, abandona ese cuerpo redimido por el bautismo vuelve a las tinieblas». Sierva María, fuera de sí por el terror, gritó también. El obispo aumentó la voz para acallarla, pero ella gritó más. El obispo aspiró a fondo y volvió a abrir la boca para continuar el conjuro, pero el aire se le murió dentro del pecho y no pudo expulsarlo. Se derrumbó de bruces, boqueando como un pescado en tierra, y la ceremonia terminó con un estrépito colosal. Cayetano encontró aquella noche a Sierva María tiritando de fiebre dentro de la camisa de fuerza. Lo que más lo indignó fue el escarnio del cráneo pelado. «Dios del cielo», murmuró con una rabia sorda, mientras la liberaba de las correas. «Cómo es posible que permitas este crimen». Tan pronto como quedó libre, Sierva María le saltó al cuello, y permanecieron abrazados sin hablar mientras ella lloraba. Él la dejó desahogarse. Luego le levantó la cara y le dijo: «No más lágrimas». Y enlazó con Garcilaso: «Bastan las que por vos tengo lloradas» Sierva María le contó la terrible experiencia de la capilla. Le habló del estruendo de los coros que parecían de guerra, de los gritos alucinados del obispo, de su aliento abrasador, de sus hermosos ojos verdes enardecidos por la conmoción. «Era como el diablo», dijo.



Del amor y otros demonios
Gabriel García Márqiez

16.10.09

Pizano....dicese, ser noble a quien le debo mi alma



Asi es, pizano, el lic pizano hoy 16 de octubre 2009 me acaba de dar una de las contadas mayores alegrias que he tenido en mi vida, y le deberé uno de los mejores dias de mi vida, en verdad uno de los mejores dias de mi vida.


Pizano: ser extraño

Perfil:Sr. cara de papa (envidiable por cierto)

Conducta: La mejor, excelente, compañero desinteresado, de las personas que quisieras cerca de ti siempre, inteligente y noble, mi guru, ese señor me ha enseñado grandes cosas en este camino a la perversion, guia espiritual, posee la mejor guayabera, bautizara a mi hijo en una misa negra.


Estaré en deuda con el toda mi vida, el lunes le pagare mis boletos de cold play, jaja esa deuda no durara mucho, pero, la deuda real estara toda mi vida, me acaba de regalar una de mis mejores noches en toda mi vida, GRACIAS PIZANO!!!!!!!!!!!!!!!!!

No quiso repetirme el poema que se, le habria gustado leer en este espacio, hiba mas o menos asi....


La niña y la flor y luego la niña perdio o rompio la flor, no se, en verdad era bueno...


Por la ausencia del poema, dedicaremos la aportacion de Hectorin....


Duvalin.... cremoso, azucarado, viscoso pero sabroso....


Pizano...

Que la fortuna siga tu rastro y la mejor musica de Sanz alimente como hasta ahora tu ser noble y sabio...

GRAZIAZ....

Locura...donde empieza?


Quienes estamos cerca o dentro, no la vemos, aunque, si lo hacemos, a veces no actuamos mas que para llenarnos y beneficiarnos de los vicios que nos conlleva…

“Dr” John R. Brinkley…charlatan, inteligente? Quizás, aunque, no me gusta verlo así, mas bien, una mas de las figuras infinitas que aparecen una y otra vez, con la virtud de liderazgo, circunstancias y momentos adecuados para alimentarse de conocimientos básicos y manipular masas o algo mas, beneficiarse de millones, pero, es realmente lo que importa? No lo creo
Poder…enfermedad crónica a la que todos estamos propensos y alguna vez la padecimos o llegaremos a sentir…
Hoy, rodeados de imbéciles locos extasiados de poder, con un lindo y sugestivo discurso, manipulando seres susceptibles, tocando fibras, las mas frágiles, obteniendo a costa del manipuleo, el suficiente número para hacer ruido y alimentar sus demonios, nuestros demonios…
Y entonces esos seres, esos dementes que aparecen y reaparecen, hasta que ya tienen el poder suficiente para jodernos, no hacen mas que respirar y joder; tan solo observamos, observamos y opinamos, luchamos por nuestro pellejo en ese instante y nada mas.
“Maravilloso elixir de las glándulas de chivo” (trasplante de testículos de chivo a hombres)??? Jamás funcionó y con todo y las muertes, nadie lo detuvo. Sin embargo, cuanta gente manipulo…a unas décadas después, seguimos en lo mismo, cerrando nuestras bocas a cambio de despensas o de ser los menos afectados.

Poder…alguna vez, por breves instantes lo he sentido… exquisito…pero, tan solo es eso, el poder de decidir que tanto jodes a alguien para beneficiarte, o el poder de ayudar y reducir tus satisfacciones…

De haber conservado las sabanas de seda de mi padre, se que me habría llenado de ming, quizás también de vicios prostituidos, porque, lo que hoy soy es lo que forjo mi madre, ofreciendo avón día a día, que tan susceptibles somos? Que haríamos con un poco de el…
Aunque mis demonios, ellos, que no lucran con mis vicios, esos demonios que me llenan de placer y que viven cual deseo y emociones le ordenan, me fascinan… mis demonios, tus demonios?...
Lucura exquisitamente deliciosa...
Ser humano al fin y al cabo.

14.10.09

A un ser honorable, transparente y noble...

Y en el camino a la redención, situaciones que creí inexistentes…
sentimientos y emociones incontrolables, con dudas, 
pero con la firme convicción de que al llegar...todo estará bien…
...Voltear atrás sin temores, 
con la frente mas en alto y con las rodillas bien cicatrizadas,
Un proceso mas, 
cuan doloroso será...
tengo la certeza de que no mas de lo que ya fué...
y por eso, 
MIL GRACIAS DAVID!...

"Y cuando te vea, esta vez yo te pediré un abrazo”

Quizas algun dia....


Dirá usted que de dónde tanta confiancita, que de cuál fumó esta cigarrera tan vieja y tan habladora, pero es que le quería pedir algo un poco especial, cómo le diré, un favor extraño, y como no me gustan los malentendidos prefiero empezar desde el principio ¿no?, ponerlo en antecedentes. Usted tiene cara de buena persona, por eso me animé a molestarlo, no crea que a cualquiera le cuento mi vida, sólo a gentes con educación, con experiencia, que se vea que entienden las cosas del sentimiento.
Le decía pues que recién llegada de Pinotepa trabajé aquí en El Sarape, de esto hará veintitantos años, cuando el cabaret era otra cosa. Teníamos un show de calidad, ensayábamos nuestras coreografías, no como ahora que las chicas salen a desnudarse como Dios les da a entender. Mire, no es por agraviar a las jóvenes pero antes había más respeto al público, más cariño por la profesión. Claro que también la clientela era diferente, venían turistas de todo el mundo, suizos, franceses, ingleses, así daba gusto salir a la pista. Yo entiendo a las muchachas de ahora, no crea. ¿Para qué le van a dar margaritas a los puercos? Los de Acapulco todavía se comportan, pero llega cada chilango que dan ganas de sacarlo a patadas, oiga, nomás vienen a la zona a molestar a las artistas, a gritarles de chingaderas, y lo peor es que a la mera hora no se van con ninguna, yo francamente no sé a qué vienen.
Pues bueno, aquí donde me ve tenía un cuerpazo. Empecé haciendo un número afroantillano, ya sabe, menear las caderas y revolcarme en el suelo como lagartija, zangoloteándome toda, un poco al estilo de Tongolele pero más salvaje. Tenía mucho éxito, no es por nada pero merecía cerrar la variedad, yo me daba cuenta porque los hombres veían mi show en silencio, atarantados de calentura, en cambio a Berenice, la dizque estrella del espectáculo, cada vez que se quitaba una prenda le gritaban mamacita, bizcocho, te pongo casa, o sea que los ponía nerviosos por falta de recursos, y es que la pobre no sabía moverse, muy blanca de su piel y muy platinada pero de arte, cero.
Fue por envidia suya que me obligaron a cambiar el número. No aguantó que yo le hiciera sombra. Según don Sabás, un gordo que administraba el cabaret pero no era el dueño, el dueño era el amante de Berenice, por algo sé de dónde vino la intriga, según ese pinche barrigón, que en paz descanse, mi número no gustaba. ¡Hágame usted el favor! Para qué le cuento cómo me sentí. Estaba negra. Eso te sacas por profesional, pensé, por tener alma de artista y no alma de puta. Ganas no me faltaron de gritarle su precio a Sabás y a todo el mundo, pero encendí un cigarro y dije cálmate, no hagas un escándalo que te cierre las puertas del medio, primero escucha lo que te propone el gordo y si no va contra tu dignidad, acéptalo.
Me propuso actuar de pareja con un bailarín, fingir que hacíamos el acto sexual en el escenario, ve que ahora ese show lo dan dondequiera pero entonces era novedad, él acababa de verlo en Tijuana y le parecía un tiro. La idea no me hizo mucha gracia, para qué le voy a mentir, era como bajar de la danza a la pornografía, pero me discipliné porque lo que más me importaba era darle una lección a la Berenice ¿no?, chigármela en su propio terreno, que viera que yo no sólo para las maromas servía. En los ensayos me pusieron de pareja a un bailarín muy guapo, Eleazar creo se llamaba, lo escogieron a propósito porque de todos los del Sarape era el menos afeminado, tenía espaldotas de lanchero, mostacho, cejas a la Pedro Armendáriz. Lástima de hombrón. El pobre no me daba el ancho, nunca nos compenetramos. Era demasiado frío, sentía que me agarraba con pinzas, como si me tuviera miedo, y yo necesitaba entrar un poco en papel para proyectar placer en el escenario ¿no? Bueno, pues gracias a Dios la noche del debut Eleazar no se presentó en el Sarape. El día anterior se fue con un gringo que le puso un pent-house en Los Angeles, el cabrón tenía matrimonio en puerta, por algo no se concentraba. Nos fuimos a enterar cuando ya era imposible cancelar el show, así que me mandaron a la guerra con un suplente, Gamaliel, que más o menos sabía cómo iba la cosa por haber visto los ensayos pero era una loca de lo más quebrada, toda una dama, se lo juro. Sabás le hacía la broma de aventarle unas llaves porque siempre se le caían, y para levantarlas se agachaba como si trajera falda, pasándose una mano por las nalgas, muy modosito él. Por suerte se me prendió el foco y pensé, bueno, en vez de hacer lo que tenías ensayado mejor improvisa, no te sometas al recio manejo del hombre ahora que ni hombre hay, haz como si el hombre fuera tú y la sedujeras a esta loca.
Santo remedio. Gamaliel empezó un poco destanteado, yo le restregaba los pechos en la cara y él haga de cuenta que se le venía el mundo encima, no hallaba de dónde agarrarme, pero apenas empecé a fajármelo despacito, maternalmente, apenas le di confianza y me puse a jugar con él como su amiga cariñosa, fui notando que se relajaba y hasta se divertía con el manoseo, tanto que a medio show él tomo la iniciativa y se puso a dizque penetrarme con mucho estilo, siguiendo con la pelvis la cadencia del mambo en sax mientras yo lo estimulaba con suaves movimientos de gata. Estaba Gamaliel metido entre mis piernas, yo le rascaba la espalda con las uñas de los pies y de pronto sentí que algo duro tocaba mi sexo como queriendo entrar a la fuerza. Vi a Gamaliel con otra cara, con cara de no reconocerse a sí mismo, y entonces la vanidad de mujer se me subió a la cabeza, me creí domadora de jotos o no sé qué y empecé a sentirme de veras lujuriosa, de veras lesbiana, mordí a Gamaliel en una oreja, le saqué sangre y si no se acaba la música por Dios que nos ponemos a darle de verdad enfrente de todo el mundo.
Nos ovacionaron como cinco minutos, lo recuerdo muy bien porque al salir la tercera vez a recibir los aplausos Gamaliel me jaló del brazo para meterme por la cortina y a tirones me llevó hasta mi camerino porque ya no se aguantaba las ganas. Tampoco yo, para ser sincera. Caímos en el sofá encima de mis trajes y ahí completamos lo que habíamos empezado en la pista pero esta vez llegando hasta el fin, desgarrándonos las mallas, oyendo todavía el aplauso que ahora parecía sonar dentro de nosotros como si toda la excitación del público se nos hubiera metido al cuerpo, como si nos corrieran aplausos por las venas.
Después Gamaliel estuvo sin hablarme no sé cuántos días, muerto de pena por el desfiguro. Hasta los meseros se habían dado cuenta de lo que hicimos y comenzaron a hacerle burla, no que te gustaba la coca cola hervida, chale, ya te salió lo bicicleto, lo molestaban tanto al pobre que yo le dije a Sabás oye, controla a tu gente, no quiero perder a mi pareja por culpa de estos mugrosos. En el escenario seguíamos acoplándonos de maravilla pero él ahora no se soltaba, tenía los ojos ausentes, la piel como entumida, guardaba las distancias para no pasarse de la raya y esa resistencia suya me alebrestaba el orgullo porque se lo confieso, Gamaliel me había gustado mucho en el camerino y a fuerzas quería llevármelo otra vez de trofeo pero qué esperanza, él seguía tan profesional, tan serio, tan en lo suyo que al cabo de un tiempo dije olvídalo, éste nada mas fue hombre de un día.
Cuál no sería mi sorpresa cuando a los dos meses o algo así de que habíamos debutado me lo encuentro a la salida del Sarape, ya de mañana, borracho y con una rosa de plástico en la mano, diciendo que me había esperado toda la noche porque ya no soportaba el martirio de quererme. Dicen que los artistas no se deben enamorar, pero yo al amor nunca le saqué la vuelta, quién sabe si por eso acabé tan jodida. Gamaliel se vino a vivir conmigo al cuarto que tenía en el hotel Oviedo. Aunque nos veíamos diario cada vez nos gustábamos más. Lo de hacer el amor después del show se nos hizo costumbre, a veces ni cerrábamos la puerta del camerino de tanta prisa. Y cuidado con oír aplausos en otra parte, yo no sé qué nos pasaba, con decirle que hasta viendo la televisión, cuando el locutor pedía un fuerte aplauso para Sonia López o Los Rufino, ya nomás con eso sentíamos hormigas en la carne. El amor iba muy bien pero al profesionalismo se lo llevó la trampa. Gamaliel resultó celoso. No le gustaba que fichara, me quería suya de tiempo completo. Para colmo se ofendía con los clientes que lo albureaban, y es que seguía siendo tan amanerado como antes y algunos borrachos le gritaban de cosas, que ese caldo no tiene chile, que las recojo a las dos, pinches culeros, apuesto que ni se les paraba, ninguno de ellos me hubiera cumplido como Gamaliel. Llegó el día en que no pudo con la rabia y se agarró a golpes con un pelirrojo de barbas que se lo traía de encargo. El pelirrojo era compadre del gobernador y amenazó con clausurar el Sarape. Sabás quiso correr a Gamaliel solo pero yo dije ni madres, hay que ser parejos, o nos quedamos juntos o nos largamos los dos.
Nos largamos los dos. En la zona de Acapulco ya no quisieron darnos trabajo, que por revoltosos. Fuimos a México y al poco rato de andar pidiendo chamba nos contrataron en El Club de los Artistas, que entonces era un sitio de catego. Por sugerencia del gerente modernizamos el show. Ahora nos llamábamos Adán y Eva y salíamos a escena con hojas de parra. El acompañamiento era bien acá. Empezaba con acordes de arpa, o sea, música del amor puro, inocente, pero cuando Gamaliel mordía la manzana que yo le daba se nos metía el demonio a los dos con el requintazo de Santana. Ganábamos buenos centavos porque aparte del sueldo nos pagaban por actuar en orgías de políticos. Se creían muy depravados pero daban risa. Mire, a mí esos tipos que se calientan a costa del sudor ajeno más bien me dan compasión, haga de cuenta que les daba limosna, sobras de mi placer. En cambio a Gamaliel no le gustaba que anduviéramos en el deprave. Ahora le había entrado el remordimiento, se ponía chípil por cualquier cosa. Es que no tenemos intimidad, me decía, estoy harto de que nos vean esos pendejos, a poco les gustaría que yo los viera con sus esposas.
Aprovechando que teníamos nuestros buenos ahorros decidimos retirarnos de la farándula. Gamaliel entró a trabajar de manicurista en una peluquería, yo cuidaba el departamento que teníamos en la Doctores y empezamos a hacer la vida normal de una pareja decente, comer en casa, ir al cine, acostarse temprano, domingos en La Marquesa, o sea, una vida triste y desgraciada. Triste y desgraciada porque al fin y al cabo la carne manda y ahora Gamaliel se había quedado impotente, me hacía el amor una vez cada mil años, malhumorado, como a la fuerza ¿y sabe por qué? Porque le faltaba público, extrañaba el aplauso que es el alimento del artista. Será por la famosa intuición femenina pero yo enseguida me di cuenta de lo que nos pasaba, en cambio Gamaliel no quería reconocerlo, él decía que ni loco de volver a subirse a un escenario, que de manicurista estaba muy a gusto, y pues yo a sufrir en la decencia como mujercita abnegada hasta que descubrí que Gamaliel había vuelto a su antigua querencia y andaba de resbaloso con los clientes de la peluquería.
Eso sí que no lo pude soportar. Le dije que o regresábamos al telón o cada quién jalaba por su lado. Se puso a echar espuma por la boca, nunca lo había visto tan furioso, empezó a morderse los puños, a gritarme que yo con qué derecho le quería gobernar la vida si a él las viejas ni le gustaban, pinches viejas. Pues entonces por qué me regalaste la rosa de plástico, le reclamé, por qué te fuiste a vivir conmigo, hijo de la chingada. Con eso lo ablandé. Poco a poco se le fue pasando el coraje, luego se soltó a chillar y acabó pidiéndome perdón de rodillas, como en las películas, jurando que nunca me dejaría, ni aunque termináramos en el último congal del infierno.
Como en la capital ya estábamos muy vistos fuimos a recorrer la zona petrolera, Coatzacualcos, Reynosa, Poza Rica, ve que por allá la gente se gasta el dinero bien y bonito. Los primeros años ganamos harta lana. El problema fue que Gamaliel empezó a meterle en serio a la bebida. Se le notaba lo borracho en el show, a veces no podía cargarme o se iba tambaleando contra las mesas. El público lógicamente protestaba y yo a la greña con los empresarios que me pedían cambiarlo por otro bailarín. Una vez en Tuxpan armamos el escándalo del siglo. Yo esa noche también traía mis copas y nunca supe bien qué pasó, de plano se nos olvidó la gente, creíamos que ya estábamos en el camerino cogiendo muy quitados de la pena cuando en eso se trepan a la pista unos tipos malencarados que me querían violar, yo también quiero, mamita, dame chance, gritaban con la cosa fuera. Tras ellos se dejó venir la policía dando macanazos, madres, a mí me tocó uno, mire la cicatriz aquí en la ceja, se armó una bronca de todos contra todos, no sé a quién le clavaron un picahielo y acabamos Adán y Eva en una cárcel que parecía gallinero, sepárenlos, decía el sargento, a esos dos no me los pongan juntos que son como perros en celo.
Ahí empezó nuestra decadencia. Los dueños de centros nocturnos son una mafia, todos se conocen y cuando hay un desmadre como ése luego luego se pasan la información. Ya en ningún lado nos querían contratar, nomás en esos jacalones de las ciudades perdidas que trabajan sin permiso. Además de peligroso era humillante actuar ahí, sobre todo después de haber triunfado en sitios de categoría. En piso de tierra nuestro show se acorrientaba y encima yo acababa llena de raspones. Intentamos otra vez el retiro pero no se pudo, el arte se lleva en la sangre y a esas alturas ya estábamos empantanados en el vicio de que nos aplaudieran. Cuando pedíamos trabajo se notaba que le teníamos demasiado amor a las candilejas, íbamos de a tiro como limosneros, dispuestos a aceptar sueldos de hambre, dos o tres mil pesos por noche, y eso de perder la dignidad es lo peor que le puede pasar a un artista. Luego agréguele que la mala vida nos había desfigurado los cuerpos. Andábamos por los cuarenta, Gamaliel había echado panza, yo no podía con la celulitis, un desastre, pues. De buena fe nos decían que por qué no cantábamos en vez de seguir culeando. Tenían razón, pero ni modo de confesarles que sin público nada de nada.
Para no hacer el cuento largo acabamos trabajando gratis. De exhibicionistas nadie nos bajaba. Por lástima, en algunas piqueras de mala suerte nos dejaban salir un rato al principio de la variedad, y eso cuando había poca gente. Nos ganábamos la vida vendiendo telas, joyas de fantasía, relojes que llevábamos de pueblo en pueblo. Así anduvimos no sé cuánto tiempo hasta que un día dijimos bueno, para qué trajinamos tanto si en Acapulco tenemos amigos, vámonos a vivir allá, y aquí nos tiene desde hace tres años, a Dios gracias con buena salud, trabajando para Berenice que ahora es la dueña del Sarape, mírela en la caja cómo cuenta sus millones la pinche vieja. Gamaliel es el señor que recoge los tacones a las vedettes, ¿ya lo vio?, el canoso de la cortina. Guapo ¿verdad? Tiene cincuenta y cuatro pero parece de cuarenta, o será que yo lo veo con ojos de amor. ¿A poco no es bonito querer así? No hace falta que me dé la razón, a leguas se ve que usted sí comprende, por eso le quería contar mi vida, para ver si es tan amable de hacerme un favorcito. Ahí en el pasillo, detrás de las cajas de refresco, tenemos nuestro cuarto Gamaliel y yo. Tenga, es todo lo que traigo, acéptemelo por caridad, ya sé que no es mucho pero tampoco le voy a pedir un sacrificio. Nomás que nos mire, y si se puede, aplauda.
El alimento del artista
Enrique Serna